Blog – La psicología de la música
Hay algo más en la música que el simple gusto por un ritmo o una letra que te haga sentido…
Más de una docena de receptores en nuestro cerebro responden a los diferentes aspectos de la música como el tono, y la letra, determinando el contenido de lo que nos agrada y lo que nos desagrada.
Sigue leyendo un poco sobre los beneficios y sobre todo la importancia de escuchar música, y aún mejor, tocarla.
Sabemos que la música genera ondas sonoras que viajan a través del espacio y llegan a nuestro oído, que atrapa estas ondas y las lleva a través del canal auditivo hasta llegar al tambor antes de pasar al oído medio.
Tres pequeños huesos, el yunque, el estribo y el martillo, ubicados en el oído medio, amplifican las ondas sonoras antes de entrar en el oído interno. Una vez en el oído interno, las ondas sonoras viajan a través del caracol, que contiene un fluido que convierte las ondas vibratorias en impulsos eléctricos. El nervio auditivo transmite estos impulsos electicos al cerebro en donde es interpretado como sonido.
Es aquí donde la música hace funcionar al cerebro prácticamente en su totalidad, lo que ninguna otra función cerebral puede lograr.
La gama de tonos evoca la actividad de la corteza prefrontal, que se hace cargo principalmente de los comportamientos cognitivos complejos, del juicio entre el bien y el mal, de los procesos de toma de decisiones, y del comportamiento social y la expresión de la personalidad, entre otros. Además, estimula el cerebelo, quien se encarga de integrar las sensaciones con las vías motoras, el equilibrio, la postura y el aprendizaje motor. Y por último estimula el lóbulo temporal que recibe, procesa y descifra toda la información de audio, la comprensión del habla, así como el reconocimiento facial.
El Ritmo activa la corteza frontal izquierda, región se controla la comprensión del lenguaje, donde habita la emoción de la felicidad y desde donde se generan células inmunológicas para todo el organismo. Interviene en la corteza parietal izquierda, encargada de nombrar y situar las partes de nuestro cuerpo, la información espacial. Y en el cerebelo derecho, estimula el sentido de la posición corporal y el tono muscular.
La letra de las canciones tiene una relación directa con el área de Wernicke, ya que es ahí donde se descifran y comprenden las palabas, el área de Broca, encargada de la gramática, la corteza visual, encargada de las funciones visuales como la curvatura, líneas, bordes, ángulos, profundidad, dirección, etc. que permiten imaginar partes de la música. También influye sobre la corteza motora, encargada de transformar la información visual en acciones motoras, procesos de planificación, control y ejecución de los movimientos voluntarios.
Y por último, los estímulos y respuestas emocionales.
Como puedes ver la actividad cerebral al escuchar música de manera regular es enorme. Ahora bien, esta actividad se ve reflejada en el resto del organismo. Permite aumentar la creatividad, la felicidad, las habilidades lingüísticas, disminuye la ansiedad, acelera la recuperación física, aumenta el optimismo, minimiza molestias, contribuye en la ayuda al Alzheimer, Parkinson y el autismo.
Ahora bien, si nos vamos al detalle, hay diferentes vibraciones en las ondas cerebrales, están ondas son determinadas en Hercios, que es la onda de propagación electromagnética por segundo, y según su vibración activaran determinados detonadores cognitivos y emocionales en el organismo.
El empatar la música con las ondas cerebrales contribuye al estímulo de determinado respuesta o estado.
Por ejemplo, las Ondas Gamma, de 32-70 Hz, es el estado óptimo de funcionalidad del cerebro, incrementa la compasión, aumenta la percepción de la realidad, incrementa las habilidades mentales, agudeza auditiva, acción antidepresiva, permite la cohesión del cerebro en su conjunto y contribuye al estado meditativo avanzado.
Las Ondas Beta, de 12-30 Hz, las frecuencias bajas contribuyen a la concentración y a la alerta. Frecuencias altas Beta contribuyen al estrés, a la ansiedad, adiciones. Se encuentran cuando el organismo está despierto y consciente.
Las Ondas Alpha, de 8-12 Hz se utilizan más en la relajación y en el estado de conciencia espontaneo, por ejemplo, cuando un niño juega. La serotonina es liberada en la frecuencia alpha de 10Hz.
Las Ondas Tetha, de 4-8 Hz. Esto ocurre cuando nuestra mente consiente se desengancha, por ejemplo, a través de la hipnosis, en la meditación profunda o en el sueño REM. El planeta tierra resuena a la frecuencia tetha de 7.83Hz.
Las Ondas Delta, de 0-4 Hz. Estas frecuencias son las más lentas y ondulantes, minimizan la actividad cerebral, encontrado por lo general en recién nacidos, raramente ocurre en los adultos.
La música nos ha acompañado desde el principio de los tiempos, prácticamente en toda cultura a través de sus tradiciones. La música ha acompañado al ser humano en cada uno de los momentos más importantes de su vida, en sus rituales, en sus creencias religiosas, en sus sacrificios, en sus marchas, conquistas, así como en sus festejos y celebraciones.
Seguramente nos seguirá acompañando a lo largo de nuestra existencia.
Mientras tanto, carguémonos de la vitalidad que nos proporcionan los ritmos y percusiones, disfrutemos de la sensualidad que nos aportan las músicas latinas, conectemos con las emociones que nos generan los ambientes las letras impactantes o el son de cellos y violines, permitamos servir al otro y relacionarnos con el mundo a través de las melodías suaves y compasivas, expresemos nuestro sentir y nuestro pensar a través de ritmos liricos y manifestaciones vocales, exploremos el mundo a través de nuestra intuición guiada por ambientes musicales y conectemos con el cosmos en la universalidad de la música.
Escrito por Jorge Chapa / Diálogos en Movimiento Noviembre 2018.
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