Cuanto me castigo por no haber cumplido mis compromisos?  

Con frecuencia escucho personas que se castigan de sobremanera al no tener en tiempo y forma aquello a lo que se comprometieron a hacer, ya sea una tarea, recoger a alguien a una hora determinada, entregar un dinero, llevar una factura, etc. Y cuando llega el momento de rendir cuentas, surgen como por arte de magia una serie de historias y razones por las cuales no fue posible hacer aquello. Entre la serie excusas y pretextos, aparecen entrelineas emociones como culpa, vergüenza, insuficiencia, impotencia que usualmente van acompañadas de su correspondiente corporalidad de cansancio, pesadez, rigidez. Todo esto me resuena a una sola palabra: Gravedad.

Y a pesar de esto y como para alivianar un poco estos malestares, una buena proporción de personas piden una nueva oportunidad para poder terminar aquello a lo que se había comprometido inicialmente. Es posible que en esta nueva oportunidad lo hagan, pero y si no? Que pasa con volver a fallar? Consiente o inconscientemente no había un compromiso lo suficientemente fuerte para sostener las acciones necesarias para hacer aquello, generando aun mas de lo mismo, solo agrava aun mas la gravedad misma.

Ante esto, recordé haber leído algo de Rafael Echeverría, que, en su libro Ética y Coaching Ontológico escribe:

“Los individuos tienden a magnificar el papel que se asignan a sí mismos y generan con ellos culpas exageradas y auto recriminaciones. En otras palabras, sufrimientos desmedidos. Esto produce en nuestras vidas un marcado “espíritu de gravedad”, pesadez, opacidad. Nietzsche cuestiona muy severamente ese “espíritu de gravedad” y propone sustituirlo por su opuesto, el “espíritu de la  liviandad”.

Y agrega : “Ello nos permite tomarnos con mayor inocencia y menos culpa, con mayor aceptación frente a lo que nos pasa y por tanto con menos sufrimiento.”

Todo esto evoca una serie de disposiciones fuertemente enfatizadas por Nietzsche que denomina “amor fati”  o “amor al destino”, que describe la actitud para ver todo lo que sucede en la vida, incluso el sufrimiento y la pérdida, como positivo. Todo el recorrido forma parte del destino u objetivo final, por lo tanto ha de ser considerado como bueno.

Esta propuesta de Nietzsche hace referencia a que el mundo se desarrolla desde la inocencia, tal como lo vivimos en un primer momento, como cuando éramos niños, donde incluso la vida se veía como un juego.

Esta situación no exime de la responsabilidad de la persona, sino mas bien va enfocada en aligerar la carga emocional que conlleva, finalmente nosotros mismos vamos trazando nuestro propio destino con nuestras acciones y decisiones de cada momento; es necesario hacernos cargo de lo hacemos y de lo que no hacemos, por supuesto, con sus respectivas consecuencias.

La inocencia a que se refiere Nietzsche puedo interpretarla como la honestidad en el ámbito del mundo adulto, honestidad que me permite ser transparente y responsable.

Es necesario aprender de nuevo y darle la bienvenida al “espíritu de la liviandad”. Es justamente algo que el Coaching  Ontológico busca disolver, es tanta gravedad y autocastigo.

Yo te pregunto, que sucede cuando tu vida se llena de tanta gravedad?

Desde mi punto de vista, considero que, una vida se agrava cuando se llena de ese cansancio y pesadez, siento que solo engendra un estado de ánimo de pesimismo, cargado de una solemnidad extrema que cae en ocasiones hasta en lo insoportable, un sabor amargo que genera que perdamos el verdadero sazón de las cosas que estamos haciendo y que según nosotros decimos que queremos o disfrutamos. La gravedad las corrompe, se convierte en una carga, tiñendo nuestros espacios personales, relacionales y profesionales de éste color opaco y deslavado que impide aprender de otros y sobretodo de nosotros mismos.

La liviandad a la que me refiero no tiene nada que ver con la irresponsabilidad ni con la inconsistencia o falta de compromiso, sino mas bien a mantenerme con el foco en el propósito y para esto requiero de todo lo que ayude a lograrlo. La liviandad es un estado de ánimo que está íntimamente relacionado con el optimismo, con el entusiasmo, emociones que generan una disposición a ir hacia adelante, hacia la acción. Así mismo, y desde el ámbito físico, me permite habitar la neutralidad de mi mi cuerpo, y que, cuando se requiera, puedo acceder al nivel de tensión corporal que se requiera de acuerdo a las circunstancias del momento, ya sea mas o menos tenso.

Los invito a que trabajemos con un propósito claro, con dedicación, y si, con un montón de responsabilidad, solo que agreguemos un poco de “Amor Fati” a nuestra vida. Conservemos nuestra inocencia, nuestra curiosidad y sobretodo la capacidad de sorprendernos!

Bienvenido lo bueno y lo malo de la vida, que, como en todo juego se gana y se pierde, solo que si acepto que he perdido, también puedo aceptar que puedo ganar, ya que no existe el perder sin el ganar.

Con cariño para todos ustedes,